El Buen Fin y el consumo contenido de la clase media

La edición XV del Buen Fin 2025 dejó cifras históricas: una derrama económica superior a los 200 mil millones de pesos, un incremento cercano al 15.7 % respecto a 2024 y la participación de más de 200 mil negocios formales en todo el país.
Sobre el papel, parecería un país en euforia consumista. Sin embargo, cuando se observa el contexto macroeconómico y el comportamiento de los hogares —especialmente de la clase media— la lectura es más matizada: hablamos menos de un “boom” y más de un consumo cuidadosamente administrado.

Antes de mirar al Buen Fin, conviene observar el entorno en el que se dio: En octubre de 2025, la inflación general anual se ubicó en 3.57 %, con una subyacente alrededor de 4.28 %, todavía por encima del objetivo de 3 % de Banxico.  En la primera quincena de noviembre, ya dentro del periodo del Buen Fin, la inflación anual repuntó ligeramente a 3.61 %, con subyacente en 4.32 %, presionada por tarifas eléctricas y algunos servicios.

Es decir: no estamos en un contexto de inflación desbordada, pero sí de precios que avanzan más rápido que muchos salarios formales, especialmente en servicios, educación y alimentación.

Al mismo tiempo, el Banco de México ha venido recortando de forma gradual la tasa de referencia, que se sitúa alrededor de 7.25 %, intentando dar aire al crédito y al consumo sin perder el control inflacionario.

Con este telón de fondo, resulta más interesante preguntarse: ¿cómo es posible que, en un contexto de crecimiento moderado e ingresos presionados, el Buen Fin 2025 logre una derrama récord?

Los datos disponibles permiten trazar un retrato bastante claro del comportamiento del consumo durante la campaña:

  • Derrama económica: Concanaco-Servytur estima ventas superiores a 200 mil millones de pesos, alrededor de 15.7% más que en 2024, cuando se reportaron 172,900 millones de pesos.
  • Participación empresarial: más de 200 mil negocios formales se sumaron a la edición XV, con fuerte presencia de MiPyMEs y comercios de proximidad.
  • Percepción del desempeño:
    • 71% de las empresas calificó el resultado del Buen Fin 2025 como “bueno” o “excelente”.
    • 78% reportó incrementos de ventas entre 10% y más de 30%; solo 6% no observó aumentos.
  • Empleo: 37% de los negocios contrató personal eventual; el 96 % de esos puestos fueron temporales, pero significaron un ingreso adicional para miles de familias.

En términos de comportamiento de compra, los datos son igualmente reveladores:

  • 79% de las compras se realizó con tarjeta, fortaleciendo la formalidad y el rastro financiero.
  • 62% de las transacciones ocurrió en tiendas físicas, mientras que cerca de 30 % se concentró en el canal digital.
  • 40% de los negocios reportó tickets promedio superiores a 5,000 pesos, lo que sugiere compras de bienes duraderos o de mayor valor agregado (electrónica, línea blanca, muebles).
  • Más del 70 % de las ventas se concentró en línea blanca, electrónica, ropa, calzado y muebles; crecieron también viajes, regalos y telefonía móvil.

En resumen: hubo más ventas, tickets más altos y un uso intenso del crédito. Pero eso no significa necesariamente una clase media desbordada, sino un consumidor que intenta administrar su poder adquisitivo en torno a eventos con descuentos y financiamiento.

Los estudios asociados al Reporte “Pulso El Buen Fin 2025” de la AMVO ayudan a matizar la narrativa del “consumo desbordado”, ya que el 51% de los consumidores planeaba gastar lo mismo que el año anterior, mientras que el  24% planeaba gastar más, y 25% menos, mostrando un patrón de moderación más que de expansión. Se debe considerar también que aproximadamente cuatro de cada diez compradores utilizan tarjetas de crédito para financiar sus compras, y 63% declara que aprovechará meses sin intereses, lo que indica un uso estratégico del financiamiento, más que un endeudamiento impulsivo.

En el entorno digital los datos indican que los compradores entre 18 y 30 años representan cerca del 40% de las compras online durante el Buen Fin, reflejando una base de consumidores jóvenes, hiperconectados y habituados a medios de pago digitales y el 76% de los internautas declararon que investigaron ofertas con anticipación, comparando precios y condiciones varias semanas antes del evento.

Estos datos apuntan a un fenómeno clave, que el Buen Fin 2025 no fue simplemente un festival de consumo, sino el momento en que una clase media presionada reorganizó y concentró su gasto, tratando de extraer más valor de cada peso mediante descuentos, promociones bancarias y meses sin intereses.

De este modo, podemos decir que la clase media tuvo tres patrones de comportamiento en el consumo, que conviven y se superponen.

Por un lado, encontramos al consumidor cautelosamente racional que planea sus compras semanas antes, usa comparadores de precios y revisa reseñas, aprovecha descuentos y meses sin intereses solo en bienes duraderos (electrónica de trabajo, herramientas, línea blanca, equipo educativo) y que prioriza la formalidad (factura, garantía, programas de lealtad). Este segmento utiliza el Buen Fin como una herramienta de optimización financiera al adelantar decisiones de gasto que de todas formas habría tomado durante el año, pero en mejores condiciones.

Tenemos también al consumidor de endeudamiento defensivo que resiente el encarecimiento de servicios, renta, colegiaturas y alimentos por lo que utiliza el Buen Fin para “tapar huecos”: sustituir un electrodoméstico que ya no da más, comprar tecnología indispensable para el trabajo o la escuela, adelantar gastos navideños y que definitivamente depende fuertemente de los MSI para poder hacer compras que, al contado, serían imposibles. No es un consumo aspiracional, sino defensivo ya que el crédito se convierte en un mecanismo para mantener un estándar mínimo de vida, aún a costa de comprometer flujo de efectivo futuro.

Y en tercer lugar se encuentra el consumidor aspiracional-digital, que es joven, urbano, conectado, buscando experiencias (viajes, gadgets, moda, entretenimiento) y está muy expuesto a redes sociales e influencers, y que aprovecha canales online, wallets, BNPL (buy now, pay later) y promociones bancarias, siendo muchas veces su primera gran compra financiada. Aquí el riesgo no es tanto la falta de información, sino la combinación de facilidad de compra más presión social. Un click mal calculado puede convertirse en varios meses de estrés financiero.

Con los datos actuales podemos proyectar al menos tres escenarios plausibles para el consumo de los hogares en el cierre de 2025 e inicio de 2026:

Escenario 1: Consumo estabilizado (base) en donde la inflación se mantiene cerca del rango de 3.5–4% anual y en donde El Buen Fin adelanta parte del gasto navideño, pero sin generar una ola significativa de morosidad gracias al uso más racional del crédito y en donde los hogares de clase media ajustan otros rubros (ocio, salidas, compras menores) para poder pagar los MSI sin mayor presión. En este escenario, el Buen Fin 2025 funciona como válvula de escape ordenada al concentrar el consumo, pero sin romper el equilibrio financiero de la mayoría.

Escenario 2: Resaca de endeudamiento (pesimista) que presenta una parte de los hogares que sobreestima su capacidad de pago, sumando varios compromisos en tarjeta: Buen Fin más Navidad más gastos fijos y cualquier shock adicional (aumento en colegiaturas, renta, servicios o pérdida de empleo eventual) puede disparar la morosidad. De este modo el consumo de 2026 se ve restringido no por falta de crédito, sino por sobrecarga de pagos mensuales, por lo que aquí, el Buen Fin se convierte en un adelanto costoso del consumo futuro.

Escenario 3: Ventana de recuperación (moderadamente optimista) que prevé que la inflación se mantiene controlada y que Banxico administra recortes adicionales de tasa sin perder anclaje de expectativas, mientras que los comercios fortalecen su oferta omnicanal y usan la información obtenida en el Buen Fin para construir mejores programas de lealtad y segmentación. De este modo el consumo privado crece de forma moderada pero más sana, apoyado en una combinación de descuentos reales más crédito responsable. Este escenario requiere disciplina tanto de consumidores como de bancos y comercios con ofertas claras, tasas transparentes y un uso del financiamiento más alineado con la capacidad de pago de la clase media.

No estamos ante una fiesta irracional de consumo, sino ante un esfuerzo colectivo por estirar el poder de compra aprovechando las pocas ventanas de oportunidad que ofrece el calendario comercial.

Para los profesionistas de clase media, la enseñanza esencial es clara: No se trata de participar o no en el Buen Fin, sino de cómo se participa.

Quien lo utiliza como parte de una estrategia financiera, de equipamiento productivo o de mejora patrimonial, fortalece su posición futura. Quien lo vive solo como un impulso de corto plazo, probablemente pasará buena parte de 2026 pagando decisiones de cinco días de noviembre.

Mucho cuidado con el gasto decembrino. En una situación como en la que actualmente vivimos, cuidar el gasto, no incurrir en endeudamientos y pagar las deudas, seguramente brindará mayor tranquilidad para las familias en este Fin de Año 2025, e inicio de 2026

 

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